El futuro de las pensiones en España

Estado actual de las pensiones

Cuando hablamos sobre el futuro de las pensiones, lo primero es conocer el presente, es decir, ¿cómo funciona el sistema público de pensiones?

Sistema de reparto

El sistema público de pensiones funciona como un sistema de reparto. Las cotizaciones de los trabajadores y empresarios junto con algunas transferencias del Estado sirven para pagar las pensiones. Es decir, lo que cotizamos hoy los trabajadores sirve para pagar las pensiones actuales, y cuando nosotros nos jubilemos nuestra pensión será pagada por las cotizaciones de las personas en activo de ese momento. En ningún caso todo lo cotizado por mí a lo largo de toda mi vida laboral se guarda en una hucha para luego devolvérmelo una vez que esté jubilado.

Fondo de reserva

Cuando los ingresos son superiores a los gastos por prestaciones, el saldo resultante se transfiere al fondo de reserva de la Seguridad Social. Cuando pasa al revés, es decir, se gasta más de lo que se ingresa, el fondo de reserva transfiere esta necesidad extra de dinero para el pago de las pensiones (mientras exista, claro).

Pensiones de jubilación

Nuestro sistema de pensiones no sólo sporta las pensiones de jubilación, sino que también hace frente a las de viudedad, orfandad, invalidez...

Esta guía trata sobre las pensiones de jubilación, por lo que dejaremos de lado el resto.

Revisemos rápidamente unos números para hacernos a la idea de la magnitud de las obligaciones a que hace frente el sistema (datos tomados a inicio de 2017):

  • La pensión media en España está en los 1037 €.

  • El 47% de los pensionistas recibe una pensión inferior a los 700€/mes

  • El 68% de los pensionistas recibe una pensión inferior a los 1000€/mes

  • El 17% de los pensionistas recibe una pensión entre los 1000 y los 1500€/mes

  • Sólo un 15% de los pensionistas recibe una pensión superior a los 1500€/mes

A pesar de estos números, hay que decir que España es de los países con mayor tasa de sustitución de Europa. La tasa de sustitución es la proporción que se queda de pensión en relación con el último salario recibido. En España tenemos tasas que oscilan en su mayoría entre el 70 y el 80% en función de los salarios. A mayor salario, menor tasa de sustitución.

Problemas del sistema público de pensiones

Como el sistema público de pensiones funciona como un sistema de reparto, sus problemas vienen cuando los ingresos no son suficientes para hacer frente a los pagos, algo que lleva ocurriendo desde 2012.

Este problema se podría achacar a la gran crisis económica vivida en España durante los últimos años y al gran número de parados. Este hecho ha adelantado el problema pero, en realidad, el problema de fondo del sistema público de pensiones es la evolución de la población española, lo que se conoce como el envejecimiento de la población, que se ve claramente en la pirámide poblacional.

Si volvemos a hablar en cifras, podemos ver la evolución del número de pensionistas que ha ido creciendo rápidamente en los últimos años. Mientras que en 2012 había casi 9 millones de pensionistas, a principios de 2018 había ya 9,6 millones (un aumento de un 6,7% en sólo 6 años). En este 2018 ya en el primer trimestre del año se aceleró aún más el número de jubilaciones con respecto a años pasados y lo peor está todavía por venir, cuando se jubile lo que se llama la generación del baby boom, a los que les quedan muy pocos años para jubilarse. El gasto en pensiones se ha incrementado de algo menos de 115.000 millones de euros en 2012 a más de 136.000 millones en 2017 (un aumento del 19% en sólo 6 años).

Podemos hacer una estimación del futuro haciendo un rápido estudio a la fotografía de la pirámide poblacional. Vemos como hay dos líneas rojas. La superior indica aproximadamente la edad de jubilación futura (entre 65 y 70 años) y la inferior la edad media a la que la población puede entrar en el mercado laboral (unos 20 años siendo optimista). Si nos fijamos vemos dos evoluciones muy claras. La primera es que la población por encima de la línea roja superior, los pensionistas, cada vez aumenta más. La segunda es que la población entre las dos líneas rojas, es decir, los posibles cotizantes (sin tener en cuenta los parados y los no cotizantes) cada vez disminuye más.

Sólo con este rápido análisis vemos un claro problema: con el paso de los años habrá más personas en edad de recibir pensión pública y menos personas que puedan generar ese dinero.

Este problema ya se conoce y se viene estudiando desde hace muchos años. Ya en 1995, en el famoso Pacto de Toledo, todas las fuerzas políticas del momento acordaron tomar medidas para solventar este problema. Lo malo es que los distintos gobiernos de los distintos partidos políticos no han adoptado las medidas acordadas y aún hoy se sigue politizando el problema. Véase como ejemplo los acuerdos tomados a principios de mayo de 2018 para que el gobierno pudiera aprobar los presupuestos generales del Estado.

Se habla de que la tasa de sustitución debería bajar paulatinamente hasta aproximadamente ser de un 40% para asimilarse a las medias europeas. Esto quiere decir que las pensiones deberían bajar aproximadamente un 50%.

Posibles soluciones

Partimos de la base de que como con el paso de los años el problema irá empeorando, la necesidad de dinero irá en aumento más o menos creciente de manera indefinida.

Creación del fondo de reserva

En el año 2000 se creó el fondo de reserva, que pretendía acumular a lo largo de todos los años de superávit una cantidad suficiente para poder hacer frente a los pagos los años de déficit. Este fondo llegó a tener 66.800 millones de euros en 2011, justo antes de que en 2012 se empezara a usar. Ya en el año 2017 se quedó en 8.000 millones solamente (cantidad para hacer frente aproximadamente a una paga mensual) gracias a que se pidieron prestados 16.000 millones para no terminarlo.

Financiación con deuda

En el año 2017 se pidieron aproximadamente 16.000 para poder financiar las dos pagas extras. Se estima que en 2018 se usen unos 18.000 millones. Esta solución no puede ser usada indefinidamente, dado que a la larga causaría una quiebra del país por exceso de deuda.

Subir los impuestos

Esta es la solución propuesta por el Gobierno para poder cubrir los más de 2.000 millones de euros que costará la subida igual al IPC de este año 2018. Tampoco es una solución que pueda ser usada indefinidamente, dado que asfixiaría a los contribuyentes y disminuiría enormemente el gasto y por lo tanto la economía española se vería gravemente afectada.

Destinar mayor porcentaje de impuestos que los actuales

Es decir, financiar las pensiones con dinero procedente de otras partidas presupuestarias. Si esto se llevara a cabo, todo el dinero que se destine se dejaría de destinar a esas otras partidas, por lo que tampoco es viable su uso indefinidamente si se quiere mantener un nivel aceptable de servicios públicos.

Disminuir la proporción de población jubilada

Esta solución fue una de las primeras en proponerse y una de las primeras en llevarse a cabo tras la reforma de 2013. La edad legal de jubilación pasa de los 65 años hasta los 67 años de una manera escalonada desde el 2013 hasta el 2027. Ya desde hace varios años hay voces dentro y fuera de España que aconsejan que esta edad siga aumentando y ya se proponen los 70 años como edad de jubilación.

Aumentar la proporción de población activa

Esta medida puede realizarse de distintas maneras. Dos de las usadas han sido promover la natalidad (se han tomado pocas medidas que no han funcionado) y promover la llegada de inmigrantes (con la crisis un gran número regresó a sus países de origen). Esta solución es la única que podría parar realmente el problema.

Bajar las cantidades a percibir como pensión

Esta solución es, desafortunadamente, la única viable con el tiempo a día de hoy y durante muchos años y sobre la que se han centrado la mayoría de las medidas tomadas. Dentro de esta solución podemos destacar toda la batería de medidas introducidas con la reforma del 2013:

  • Aumento del número de años a cotizar para poder recibir la máxima pensión posible, pasando de los 35 años a los 38,5 años de una manera escalonada desde 2013 hasta 2027.
  • Aumento del número de años a tener en cuenta en la base de cálculo de la pensión. También escalonadamente se pasa de tener en cuenta sólo los últimos 15 años a tener en cuenta los últimos 25 años. Al ser los ingresos de las personas normalmente más altos según se aproximan a su jubilación, esta medida lo que hace es bajar la media de cálculo. Se estima que esta medida disminuirá un 6% las pensiones de media.
  • Factor de revalorización anual: esta medida lo que hace es desvincular la subida anual de las pensiones del IPC y poder variarla entre un mínimo del 0,25% y un 0,5+IPC en función de como vaya la relación de ingresos y gastos del sistema. Desde el 2013 y hasta el 2017 se ha llevado a cabo. Esta medida, mantenida en el tiempo podría hacer disminuir el poder adquisitivo de los pensionistas enormemente. Es la medida que más afección podría llegar a tener. Esta medida se ha cancelado para los años 2018 y 2019 gracias a las modificaciones introducidas en mayo de 2018 para poder aprobar los presupuestos generales del Estado. Para hacernos una idea de la posible afección de esta medida, imaginemos que se aplica durante 10 años seguidos en los que el IPC se sitúa entre el 1,5% y el 2% (valores estimados a futuro y que se controlan para que no se desvíen). Un pensionista perdería más del 15% del valor de su pensión a lo largo de esos 10 años.
  • Factor de equidad intergeneracional: esta medida lo que pretende es mantener la cantidad de dinero cobrada por un pensionista independientemente de la esperanza de vida que tenga en el momento de cumplir los 65 años. Como ejemplo, veamos que si una persona se jubilara con una esperanza de vida de 85 años, es decir 20 años desde los 65 y la suma de su pensión a lo largo de toda su vida fuera de 100. Otra persona que se jubilara unos años más adelante y en ese momento la esperanza de vida fuera de 89 años, es decir, de 24 desde sus 65, esa misma persona también cobraría los mismos 100 a lo largo de los 24 años, lo que implicaría una disminución proporcional de la cantidad a percibir igual a esta esperanza de vida. Se toma como base la esperanza de vida que había en el año 2014. Esta medida estaba prevista que entrara en vigor en el año 2019 pero debido a las modificaciones introducidas en mayo de 2018 para poder aprobar los presupuestos generales del Estado se ha pospuesto su entrada en vigor hasta 2023. Para saber lo que esta medida puede afectarnos, según las tablas de esperanza media de vida, para personas que se jubilen en el 2030 les disminuirá su pensión en un 10% y para personas que se jubilen en el 2040 un 14,8% y así continúa y para personas que se jubilen en el 2050 se estima una disminución de un 18,8%.

Alternativas a la pensión pública

Parece claro que cuanto más jóvenes seamos, más deberíamos preocuparnos por preparar de manera privada nuestras futuras pensiones.

Hay dos grandes tipologías de productos de ahorro para poder trabajar este objetivo: los planes de pensiones y los planes de ahorro. Hay muchas tipologías y productos dentro de cada tipo, para edades distintas y de calidades muy distintas. Lo que hay que tener muy claro es su funcionamiento y las características intrínsecas de cada uno de ellos. Para eso, lo mejor es comparar ambos tipos.

Antes de comenzar a comparar, hay que saber que en ambos tipos de herramientas podemos encontrar tanto la posibilidad de ahorrar de manera “garantizada”, es decir, nuestro capital o dinero nunca puede disminuir (nos darán una rentabilidad que irá actualizándose con el tiempo pero que siempre será pequeña) y ahorrar asumiendo las fluctuaciones de los mercados, es decir, en fondos de inversión (en esta opción habrá años con grandes rentabilidades y años con rentabilidades negativas, es decir, podemos tener pérdidas de capital). Esta última, puede dar algo de miedo a los perfiles más conservadores pero es la más indicada siempre que el ahorrador disponga del tiempo suficiente, es decir, le queden bastantes años para su jubilación.

Veamos a continuación las diferencias entre ambos tipos.

Desgravación

Planes de pensiones

Desgravan anualmente las aportaciones realizadas (hasta los máximos legales permitidos) en la declaración de la renta de ese año. Esta desgravación es proporcional al tramo de IRPF en el que se encuentre la persona que aporta. Desgravarán más las rentas más altas que las bajas (hasta pudiendo ser la diferencia de más del doble).

Planes de ahorro a largo plazo

No desgravan en la declaración de la renta. De hecho, no aparecen.

Liquidez

Planes de pensiones

Son ilíquidos.

Quitando los EPSV (los planes de pensiones del País Vasco) no se pueden rescatar hasta la jubilación. Hay ciertas excepciones a esto, dado que se podrán rescatar en caso de fallecimiento del titular, en caso de paro siempre que no esté recibiendo ningún tipo de ayuda (ojo, no hace falta que sea paro de larga duración ya) y en caso de enfermedad grave (cáncer, infarto de corazón, etc).

Además, a partir del 2025, todas las aportaciones con más de 10 años de antigüedad también podrán ser rescatadas.

Planes de ahorro a largo plazo

Son líquidos.

Mucho ojo con esto, dado que los que tienen más liquidez son los llamados garantizados que, desde luego, no son los más apropiados para personas que no estén cercanas a su jubilación.

Lo normal, si van asociados a fondos de inversión, es que tengan penalizaciones por rescate hasta en algunas ocasiones los 15 primeros años. Esto varía mucho entre compañías.

Rentabilidad

Planes de pensiones

Si hablamos de PPI (los planes de pensiones asociados a fondos de inversión), tienen unas rentabilidades medias anuales en los últimos 10 años que están entre el 2 y el 5% en su gran mayoría.

Lo anterior es en términos generales, por lo que habrá planes de pensiones con mucha más rentabilidad media anual y también con una rentabilidad mucho menor.

Estas son rentabilidades netas, dado que los planes de pensiones tienen unos gastos de gestión que por lo general sólo tienen en cuenta el dinero en el plan (no las aportaciones) y tienen gastos limitados por el Gobierno. De hecho, este año 2018 se han rebajado los gastos máximos en función del tipo de plan de pensiones para hacerlos algo más apetecibles.

Planes de ahorro a largo plazo

Si hablamos de los planes de ahorro asociados a fondos de inversión (llamados Unit Linked) tienen una rentabilidad media anual entre un 4 y un 7% de media.

Les pasa lo mismo que a los planes de pensiones, los hay muy por encima y muy por debajo de la media.

En este caso también se habla de rentabilidades netas. Los planes de ahorro, o seguros de ahorro, suelen tener gastos en función de lo aportado y en función de lo que hay en el plan. Es decir, los gastos suelen ser algo mayores que los de los planes de pensiones.

Traspaso

Planes de pensiones

Un PPI es un ahorro asociado a un fondo de inversión, siempre el mismo y no se puede cambiar a no ser que traspases tu plan de pensiones a otro que esté asociado a otro fondo de inversión (pero siempre irá asociado sólo a un fondo).

Planes de ahorro a largo plazo

Un Unit Linked puede ir asociado a un fondo de inversión o a varios, pudiendo incluso llegar a modificar los fondos en función de las necesidades del ahorrador. En algunos casos pueden contar incluso con una gestión activa por parte de la compañía, es decir, que sea la propia compañía la que vaya modificando los fondos en función de sus rentabilidades y otros parámetros.

Esto quiere decir que son productos más complejos de gestionar y más diversificados por regla general (mayor diversificación da más seguridad al ahorrador de que no tendrá pérdidas de capital en el tiempo).

Rescate

Planes de pensiones

En el momento del rescate, bien sea parcial o total y se rescate de la forma que se rescate, siempre tributan como rendimientos netos del trabajo (RNT). Esto quiere decir que todo lo rescatado tributa y se le aplicará mayor retención en función a la cantidad anual rescatada. Cuanto más se rescate, más se tributará.

Además, para hallar la tributación real, habrá que sumar a lo percibido por el plan de pensiones, lo percibido como pensión de jubilación o ingreso por actividad económica (salario normalmente) de ese año.

Para entender esto mejor, veamos un ejemplo muy sencillo y habitual, un rescate total cuando se jubila la persona. Tras ahorrar a lo largo de toda su vida 100.000€, este dinero le ha rentado otros 100.000€, por lo que en total tiene 200.000€.  Al rescatar, tributará como si ese año hubiera ganado los 200.000€ (a lo que habría que sumar la pensión y/o el salario). Para ingresos de este tipo, el tipo marginal es el máximo, es decir en este 2018 del 45%, por lo que de media este rescate estaría tributando al 42% (hay que tener en cuenta que no todo tributa al tipo máximo. Estará entre el 19 y el 45%). Es decir, rescataría unos 116.000€, dado que los 84.000€ restantes los tendría que pagar a Hacienda.

En caso de rescate como renta vitalicia, la renta procedente del plan de pensiones se sumará a la pensión y la suma tributará toda ella por el IRPF del mismo modo que en el ejemplo (normalmente a tipos menores dado que no generará ingresos tan elevados ningún año).

Los planes de pensiones en la actualidad no tienen ningún tipo de ventaja fiscal al rescate.

Sí que hay que tener en cuenta que todo lo aportado a un plan de pensiones antes del 31 de diciembre de 2006 sí puede tener un 40% de exención fiscal siempre y cuando se rescate todo dentro de un mismo año.

Planes de ahorro a largo plazo

En el momento del rescate, bien sea rescate parcial o total, siempre tributan como rendimientos del capital mobiliario (RCM). Esto quiere decir que sólo tributará la parte de rentabilidad y nunca lo aportado por el ahorrador. Además, nunca se tendrá en cuenta lo ingresado por pensiones ni por actividades económicas.

Siguiendo el mismo ejemplo que en el plan de pensiones, el ahorrador en este caso sólo tendrá que tributar por los 100.000€ de rentabilidad, a unos tipos mucho menores para grandes cantidades. En este caso estarán entre el 19 y el 23%.

De esta manera, esta persona recibirá los 100.000€ que había ahorrado más aproximadamente 78.000€ de la parte de rentabilidad, es decir, un total de 178.000€.

En caso de rescate como renta vitalicia, la renta vitalicia proveniente de este tipo de productos siempre tributará como RCM, es decir, que lo percibido de este ahorro tributará por su lado y nunca se sumará a lo percibido como pensión de jubilación y, por lo tanto, nunca aumentará el tipo de tributación de ésta.

En función del tipo de ahorro que la persona elija, puede llegar a tener una exención fiscal del 100% de lo rescatado, es decir, no tener que pagar nada a Hacienda.

Este es el caso de los SIALP y los PIAS. Estos últimos, sólo tiene esta exención fiscal en caso de rescate como renta vitalicia (y esta renta vitalicia también tendrá grandes ventajas fiscales en función de los años que tenga la persona en el momento de conformarla).

Conclusiones

Una vez vistas estas características, queda claro que si nuestro objetivo es tener una cantidad de dinero apreciable para disfrutar en nuestra jubilación, las herramientas más aconsejables serán los planes de ahorro, especialmente si somos pequeños y medianos ahorradores.

Los planes de pensiones tienen el gran problema de la desgravación fiscal en el año de la aportación, dado que esta desgravación, desgraciadamente en casi ningún caso se ahorra, y por lo tanto, el día que queremos rescatar nuestro dinero, su fiscalidad va a ser muy mala y no tendremos la cantidad deseada o necesaria.

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